Creo haber conocido muchas versiones de mi, entre ellas la más frágil, la más rota pero a sí mismo también conocí a una muy fuerte.
Podemos decir que el año que se fue, no fue de los mejores, tenía un número precioso y nos enseñó bastante, era lo que merecíamos.
No más sorpresas, ni más ni menos, basta de abrazos impuntuales, empecemos a volar aunque tengamos las alas rotas.
La vida es aquí y es ahora, aun queda camino por recorrer, la magia existe en esos 3 o 4 minutos de tu canción favorita, en esa carcajada antes de romper a llorar, en aquello que te quita el sueño.
Quiere a morir, sonríe, ríe, llora, grita, canta y sobre todo todo se feliz...
Bienvenido 2O21.
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